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Benjamín Naishtat: “Historia del miedo es una película tramposa”

Por Julieta Bilik

Publicada en ESCRIBIENDO CINE.


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Historia del miedo -la ópera prima de Benjamin Naishtat seleccionada para la competencia oficial del Festival de Berlín-, es una película que muestra, en medio de un clima sofocante y un ambiente enrarecido, las paranoias de la clase media nacional que vive encerrada en un barrio privado en las afueras de la ciudad. En diálogo con EscribiendoCine, el joven realizador cuenta las peripecias de producción y las decisiones formales para llevar adelante el relato.


¿Cómo surgió la idea de Historia del miedo? La idea de la película surgió en un primer momento a través de una historia cercana en la que yo había estado involucrado. Eso fue en el 2009, entonces escribí un primer tratamiento que con el tiempo evolucionó muchísimo. De ese primer borrador no quedó prácticamente nada, solo algunas peripecias. Cambió mucho formalmente e incluso el contenido, pero quedó ese primer disparador que era la voluntad de poner en escena una fractura social que es el trasfondo de la película.


¿Cuál fue el proceso para llevarla adelante? En 2009 participé del BAL en el BAFICI, que ya no existe más. Después con la productora Rei Cine empezamos a buscar financiación pero no anduvo bien. Entonces decidí dejar el proyecto. Con el tiempo empecé a retomar y a reescribir. Cambié muchísimo ese primer borrador y en el medio tuve la oportunidad de filmar algunos cortos que me permitieron avanzar y aprender. Pasó más de un año, participé en algunos laboratorios de guión que me ayudaron mucho, volví a intentar financiarlo y ahí empezó a ir mejor. En 2010 nos presentamos al concurso de Ópera Prima del INCAA y en 2011 nos enteramos que lo habíamos ganado. Mientras tanto fui aplicando a fondos de financiamiento internacional y estuve en algunos mercados, donde se acercaron coproductores a los que les habían gustado los cortos que yo había hecho. Como Historia del miedo era un proyecto caro -aunque sea una ópera prima tiene muchos personajes y locaciones, gran despliegue y una propuesta estética muy rigurosa- no podíamos hacerla demasiado “guerrillera”. No podíamos salir con una cámara y filmar, no iba a quedar bien. En parte por eso la decisión de producción fue esperar a tener los recursos necesarios.


¿Cómo llegaron a Berlín? Habíamos estado “Cine en construcción” en San Sebastián donde dos seleccionadores habían visto un primer corte. La verdad no habían manifestado un interés mayor. Al poco tiempo nos invitaron a una sección paralela de Berlín, Panorama, y el día anterior a anunciar las películas en competencia me avisaron que había entrado. Fue una sorpresa total porque no estaba dentro de mis expectativas por el tamaño de la película, porque yo sabía que competía otra película nacional, la de Celina Murga (La tercera orilla, 2014), y sobre todo por los nombres que van a la competencia. Además, en San Sebastián la recepción no había sido nada buena: se fue la mitad de la gente de la proyección. Si bien en ese momento no estaba el sonido bien hecho ni el color, en su momento fue devastador. Yo pensé que no íbamos a poder venderla en ningún lado.


¿Cuál es el tema de la película? Sintetizando creo que es una película sobre una fractura social, en particular la fractura social en la Argentina. La idea original no era estar en una posición didáctica de señalar “esto está mal” sino más bien hacer una película rara, un poco de género, haciéndola pasar por momentos por un thriller o una de terror y que al terminar de verla te deje una especie de apocalipsis social, que es lo que la película trata de contar.


¿Durante el rodaje hubo cambios de guión? Hasta el día antes de empezar a rodar estuve reescribiendo y durante el rodaje me mantuve muy firme con lo que había escrito, salvo el final que lo cambié el día que lo tenía que filmar.


¿Por qué elegiste un tratamiento cercano al terror siendo una historia realista? Historia del miedo es una película tramposa. Juega con la proyección emocional de los espectadores para que caigan en el mismo pecado que los personajes: la sospecha infundada, el prejuicio de clase y los temores. Sobre todo en el último tercio de la película el sonido, la imagen y todo el tratamiento estético es el del género terror. Mi idea fue que el espectador se generara las expectativas de una película de terror. La idea es que el mundo de la película fuera “casi realista” pero con elementos corridos, en el límite.


¿En qué te apoyaste para conseguir ese sutil extrañamiento? En ese sentido colabora mucho el sonido, los ambientes están muy trabajados y la idea es que siempre algún elemento tendiera al extrañamiento. El armado de la banda sonora lo hice con Fernando Ribero que tiene mucha experiencia. La mayoría de las ideas sonoras son de él aunque surgieron a partir de charlas que tuvimos. La mezcla se hizo en Francia y creo que quedó muy bien. Pero para mí la etapa clave es el armado de banda.


¿Y con la imagen cómo fue el tratamiento? La fotografía la hizo Soledad Rodríguez y ella estuvo a cargo del diseño estético de las puestas del último tercio en los que trabajó el contraste entre la luz y la oscuridad. A partir de un cambio en la intensidad de luz buscamos modificar el ánimo del espectador. Si bien yo tenía un guión técnico preparado antes de empezar a filmar, fuimos cambiando algunas cosas y a veces encuadrábamos entre los dos.


¿Cómo fue el trabajo con los actores? Se invirtió mucho tiempo y recursos en el casting que hizo María Laura Berch. El protagonista, Jonathan Da Rosa, es un no actor. Si bien viene de una compañía de danza, KM29, que hizo una obra y la película Los Posibles (Santiago Mitre y Juan Onofri Barbato, 2013), nunca había estado en frente de una cámara. Él vino al casting por un rol menor y por idea de María Laura lo probamos como protagonista. Fue una apuesta muy arriesgada porque era un chico de 20 año sin experiencia en el que recayó todo el peso de la película. Y se la bancó. Fue una historia feliz porque para él fue una posibilidad increíble. Ahora va a poder viajar a Berlín, es la primera vez que sale del país.


El resto del elenco son actores confirmados. Charlé mucho con ellos y los conocí. Ensayamos poco y nada porque no teníamos presupuesto para pagar los ensayos. Solo ensayamos dos veces la escena de la cena que tenía una puesta complicada porque había ocho personajes y bastante diálogo. De todas formas, en el rodaje hubo poco espacio para la improvisación, estaba todo muy pensado.


¿Qué cosas tuviste en cuenta a la hora de la puesta en escena? Hay muchos primeros planos que se sostienen más de lo que uno esperaría que se sostengan. Son cosas que uno se da cuenta a posteriori. En el momento de filmar me regí más por la intuición. Sí tenía la idea de estar mucho con las caras, como en la película se habla poquísimo la idea era que las caras contaran mucho del contexto social, de las motivaciones de los personajes, de sus estados de ánimo.


¿En qué cine te inspiraste? Es difícil responder la pregunta. Una mezcla de cosas. Para toda la cuestión atmosférica Lucrecia Martel, que a mí me gusta mucho. De John Carpenter tomé eso de hacer una película de terror y que al mismo tiempo sea política. No sé si hay algo en la película, pero yo miraba mucho Carpenter mientras estaba escribiendo. También me inspiré en algunas cosas de Michael Haneke para los climas. Y en lo poético Carlos Reygadas. En realidad todos ellos son cineastas que me gustan más allá de Historia del miedo.


¿Estás trabajando en algún otro proyecto? Sí, estoy escribiendo pero el proyecto está en una etapa embrionaria. Es una saga familiar que ocurre en tres épocas distintas: hay dos partes en el pasado y una en el futuro. Es un poco ambicioso... pero me divierte.

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