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Una historia casi secreta del cine nacional

Por Julieta Bilik

Publicado en la LA NACION ESPECTACULOS.


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Se estrena Tras la pantalla, de Marcos Martínez, centrado en Pascual Condito, legendario distribuidor de películas


No hay quien pueda dejar de asociar el nombre de Pascual Condito al del cine nacional. A través de Primer Plano Group, su histórica distribuidora, realizó un trabajo invisible que nutrió durante años las pantallas locales y llevó el cine argentino a las de todo el mundo. En Tras la pantalla -el documental de Marcos Martínez que se estrena mañana-, se muestra su incansable actividad, la tenacidad con la que sigue adelante a pesar de los cambios de época y esa pasión que lo atraviesa: el cine.


-¿Cómo surgió Tras la pantalla ?


Marcos Martínez: -A Pascual lo conocí cuando estrenamos Estrellas , película que codirigí con Federico León en 2007. Ahí conocí Primer Plano. Lo que me pasó en ese momento es lo que les pasa a varios cuando lo conocen a Pascual. Cuando manteníamos reuniones de trabajo siempre terminábamos charlando sobre cine. Desde entonces siempre tuve presente la idea de hacer una película sobre él, algo que muchos otros también querían. El quiebre fue cuando me enteré que iba a vender el edificio de Riobamba. Me parecía que eso había que registrarlo, por todo lo que significaba. En lo personal, cada vez que entraba sentía que estaba en otra realidad: un lugar lleno de afiches, donde siempre te cruzabas con gente de cine, en el que escuchaba a Pascual hablando por teléfono, peleando a los gritos. Además, el edificio tiene una historia anterior a Primer Plano porque ahí funcionó el ente de calificación del Incaa. Cuando me enteré de que lo iban a demoler le dije: "Tenemos que registrarlo. Después veremos si queda una película". Él me apuró: "Si mañana venís con una cámara sí; si no, no". A la semana siguiente me aparecí con la cámara.



Pascual Condito: -Yo no quería.


Martínez: -Lo que ayudó fue que éramos un equipo reducido: cuatro personas, una cámara, dos o tres luces que podíamos mover rápido.


Condito: -No me preguntaban mucho.


Martínez: -Como su oficina era muy grande me acuerdo de que nos quedábamos en un rincón con todo armado. Empezamos a registrar entrevistas que Pascual tenía pautadas y algunas conversaciones telefónicas.


Condito: Algunas eran preparadas.


Martínez: -Sí, después salíamos a dar vueltas por el edificio mientras Pascual seguía trabajando. Más allá de lo que preparábamos, mucho se guiaba por la agenda de Pascual. Me juntaba con su hija Rosi que oficiaba de secretaria. Si tal día iba Perrone, nosotros íbamos . Después sí empezamos a producir más entrevistas, con la gente de Haciendo Cine, Marcelo Piñeyro, los de El Amante, que servían para contar la historia, para reforzar algunas idea de Pascual, para poner otros puntos de vista o para enriquecer su mirada. Ésa fue la primera etapa: investigar, filmar y conocernos. Poco a poco se afianzó el vínculo y empecé a ver la posibilidad de hacer una película, un retrato de Pascual en un momento especial en donde dejaba el edificio en el que había trabajado siempre, justo cuando estaba cumpliendo 60 años. Era un momento muy fuerte en su vida.


Condito: -También se retrata mi lucha contra el sistema de la programación.


Martínez: -Cuando la filmamos, en 2008, estaba muy presente en el cine argentino el tema del problema de la distribución.


-¿Por qué tardaron tanto en estrenarla?


Condito: - Hubo muchas versiones. Algunas discusiones también...


Martínez: -Sí, mucho conflicto. Yo creo que en cualquier película documental en la que hay un protagonista siempre hay una mirada del director y otra del retratado. En este caso nuestras personalidades chocaron y se sumó la posición del productor. Por eso dejamos que pase un tiempo, el mejor aliado para poder terminar la película.


Condito: -Por ejemplo, el otro día la vi y quise que sacaran la escena en la que aparezco medio desnudo.


Martínez: -(risas) Hasta último momento seguimos negociando...


Es que es muy personal todo lo que se muestra. ¿Qué sentiste cuándo la viste terminada?


Condito: -Yo no la quiero programar, ni siquiera mandé las tarjetas de invitación. Me da un poco de pudor. Pensé que nunca se iba a terminar. Cuando se preestrenó este año en el Bafici se me caían las lágrimas. Cuando terminó no pude hablar, no sabía qué decir, era muy fuerte.


Martínez: -Es que la película marca el fin de una época. La mudanza de la distribuidora a otro barrio que está creciendo y convirtiéndose en un nuevo polo de la industria es una metáfora. La película cuenta mucho sobre cómo eran las cosas antes, todas las distribuidoras que estaban cerca de la de Pascual, cómo se sentaban en un bar a esperar las críticas, se juntaban a programar.


Condito: -En ese entonces no había cifras de taquilla como las que ahora brinda Ultracine, así que íbamos nosotros a los cines de Lavalle a chequear los borderó y armar las estadísticas. A mí me pasa una cosa rara: acepto la realidad del presente, pero añoro una época que ya no está... No acepto ir al cine con pochoclo y con toda la gente hablando. Además ahora todas las películas están hechas en computadora. No me gusta ese cine. Yo tengo 3000 películas, soy coleccionista y veo cosas nuevas también, pero que me recomienda mi hijo Nicolás.


-La primera imagen de la película es la de hombres trabajando. No parece casual...


Martínez: -Me parece que la película habla de un trabajo que es el del distribuidor. Además, en esa época en que filmamos se estaba hablando mucho de los problemas de la distribución en los blogs y las revistas especializadas aunque no tanto desde el propio cine. En estos últimos años, en cambio, aparecieron varias películas que reflexionan sobre el cine argentino, la censura, la historia... Sombras , del hijo de Héctor Olivera, que se estrenó en Bafici, es un ejemplo. Es interesante también la posibilidad de mostrar la industria desde adentro: cómo se cocina el cine, qué pasa antes del estreno de una película, cuál es el rol del distribuidor, qué hace el director en esa etapa. Creo, además, que el distribuidor tiene una mirada privilegiada y está bueno que el público se entere.


Condito: -Lo bueno es que esa lucha por la distribución avanzó. El cine nacional trascendió fronteras y el Incaa también lo apoyó a través de Incaa TV y la nueva plataforma de VOD, Odeón.


Martínez: -La discusión continúa. Ahora, porque se producen muchas más películas que antes; entonces, es más difícil ocupar pantallas.


Condito: -Para mí el Incaa hizo muchísimo por el cine argentino en estos últimos años, pero lo que queda pendiente es que haya un espacio Incaa en cada ciudad del interior.


Martínez: -El Gaumont funciona bien, pero debería existir algún otro cine con las mismas características en algún otro barrio de la ciudad. Con Sordo , mi anterior película, tuve la posibilidad de recorrer bastante el interior. Las salas están buenísimas; lo que está fallando es la difusión.


-Hay un resurgimiento en la ciudad de algunos cines de barrio. ¿Se acuerdan de alguna anécdota que los haya ligado con estos lugares?


Condito: -Yo soy técnico mecánico. A los 15 años salí del Colegio Don Bosco, salesiano, y me fui para el centro a buscar películas para programar en el colegio. Empecé controlando cuántas entradas se vendían, después fui inspector. Y un día me dijeron que hiciera funciones. En esos cines fue donde yo nací. Así que para mí es como que volviera a nacer algo.


Martínez: -Yo vivía en La Boca donde estaban el Dante y el Olavarría. Como era cerca íbamos con mis amigos. Las películas llegaban un poco más tarde que a las salas del centro. Con mi viejo íbamos mucho al cine pero quizá si se nos había pasado alguna salíamos con el Citroen por los barrios a buscarla. Es un tema que me interesa. Federico León hizo una instalación hace dos años que se llamó La última película; yo colaboré con la investigación. En donde estaban los cines de barrio, mayormente convertidos en estacionamientos, proyectamos las últimas películas que se habían dado en la sala. La gente se acercaba; fue movilizante.




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