Los padres de la democracia 2.0
- Julieta Bilik

- 1 jul 2014
- 10 Min. de lectura
Por Julieta Bilik
Crónica finalista de la 4ta. Edición del Premio Nuevas Plumas 2014 dedicado a la crónica joven de América latina. Descargar PDF.
Buenos Aires, julio de 2014.
No es el futuro y no es una ficción. Es un miércoles de invierno en Buenos Aires. Aunque son las siete de la tarde hace rato que el cielo se puso oscuro. Después de una jornada laboral intensa, la cita es en una baticueva porteña en la que viven varios argentinos bohemios y un par de extranjeros que han venido a hacerse la América. A pocas cuadras de la estación Constitución -la más peligrosa entre todas las terminales terrestres de la ciudad-, detrás de un portón entre azul y celeste, se ingresa a un ambiente enorme que hace a la vez de living, comedor y sala de estar. Para entrar hace falta la batiseñal: “Me anoté por mail”, o a lo sumo: “Estuve en el Antidomingo”.
Acogedora aunque inmensa, “La Comu” empieza a recibir las 50 personas -en su mayoría jóvenes menores de 35 años- que llegan para asistir a la reunión de lanzamiento de campaña del Partido de la Red (PdR). La misión es tan incierta como la de un cohete que viaja al espacio sin destino prefijado y no tendrá aterrizaje seguro hasta que se sepan los resultados de las próximas elecciones legislativas, previstas para dentro de un mes y medio.
La velada empieza con un minuto de silencio y quietud. Los participantes son
invitados a “bajar los decibeles y reconectar”. Para eso se pide a todos los presentes que
cierren los ojos y se queden en silencio. Hasta que Gonzalo Argüello, el anfitrión espiritual
y literal de esta reunión, da la bienvenida y anuncia: “Estamos tratando de hacer algo muy
diferente a lo que se conoce en la política. Buscamos humanizarla”. De a poco, se va
desglosando el verdadero propósito del encuentro: trazar una senda de trabajo para
conseguir los 60.000 votos necesarios para que el PdR obtenga una banca en la Legislatura
porteña. Los asistentes son jóvenes “conectados”. Se nota en la ropa de diseño que usan, los smartphones que tienen, los peinados a la moda que lucen y la actitud descontracturada
con la que se relacionan. Aunque algunos recién se conocen personalmente, todos charlan.
Hay bullicio, aires de cambio, la inquietud por pertenecer y la ansias de formar parte, de ser
un nodo en la red.
A la manera del clásico asalto, cada uno de los participantes trae algo para
compartir. Circula cerveza, fernet, gaseosa, snacks en todas sus variantes y hasta mini
tostadas con queso gruyere. El clima es ameno y la organización parece tan colaborativa y
espontánea como el principio según el cual se rige la red y cuyos beneficios pretenden
llevar a las espesas arenas de la política.
Al comienzo, se anuncia la agenda de temas a tratar y entonces aparecen términos
que la Generación 2.0 pareciera desconocer: comité de campaña, metodología del espacio
político y candidaturas, entre otros “anacronismos”. La idea que se instala es la de una
campaña organizada según una red de distribución. La opción no es “verticalista como en la
política tradicional” y propone un sistema sin líderes ni decisiones unilaterales. Pero, la
pregunta va y vuelve: ¿Será posible que se creen nuevos modos de hacer política? ¿Hasta
dónde la fe en el desarrollo tecnológico puede cambiar aquello que impera desde el
nacimiento mismo de la democracia moderna?
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La idea parece simple: a través de un software, de código abierto y libre, cualquier
ciudadano -previamente logueado- puede debatir y votar en un sitio de Internet los
proyectos de ley que se traten en la Legislatura porteña. El concepto original era que,
portando el mandato de la decisión mayoritaria, los legisladores electos del partido votaran
en el recinto de acuerdo a lo que entre todos se decidiera en red.
Software y Política. Ésa es la dicotomoía sobre la que pendula el PdR y es la que
también se extiende a su miembros. Por un lado, politólogos jóvenes con cierta experiencia
y por el otro, programadores e innovadores tecnológicos. ¿El resto? Casi todos
profesionales del diseño, las ciencias sociales, la comunicación y el mundo audiovisual. ¿ Y
el líder? Santiago Siri.
Con 30 años, Siri es un empresario-emprendedor “ejemplo nacional”. Muy
precozmente tuvo una empresa desarrolladora de videojuegos que vendió a una
multinacional y ahora es dueño de un emprendimiento donde analiza las tendencias en
Twitter y vende la información a empresas y a políticos. A pesar de eso, se muestra como
un pibe cualquiera. Viste siempre zapatillas y mantiene un perfil discreto.
Aunque sabe moverse. Durante la campaña paseó por todos los programas de TV a
los que fue invitado, e incluso salió airoso de las preguntas de dos de lo más tradicionales
periodistas argentinos: Carlos Pagni y Mariano Grondona. También, estuvo en Londres
debatiendo sobre gobierno abierto con David Cameron, participó en 2012 del World
Economic Forum en Davos, ofició como embajador del PdR en Washington, Dubai y La
Haya, y dio varias charlas TED en auditorios repletos. Tiene una columna semanal en Basta
de todo -uno de los programas más populares de la FM local- y 40.000 seguidores en
Twitter. Sin embargo, es un pibe que a simple vista no llama la atención.
Sin dudas, parte de su éxito es su convicción. Y su poder de convencimiento:
“DemocraciaOS es una de las herramientas más avanzadas de gobierno en el mundo ya
que permite informarse, debatir y votar sobre los proyectos legislativos vigentes”.
Tanta es la fe que deposita en su software que hay quienes lo acusan de estar en “la
burbuja de la red”. Siri, contundente, se defiende: “A mí me toca entender el horizonte hacia donde vamos; otros tienen que estar más enfocados en lo táctico y en el presente”.
-Pero, ¿por qué decidiste entrar en política?
-Siempre entendí la política como un debate de sistemas. Cuando leés a Thomas
Jefferson y a James Madison (se refiere a dos de los "Padres Fundadores de los Estados
Unidos"; el primero, autor de la Declaración de Independencia y el segundo, considerado "El Padre de la Constitución") estás leyendo a dos programadores del siglo XIX que están
debatiendo la mejor forma de equilibrar poderes. Lo que ocurre ahora es que cambió el
soporte: ya no es más la tinta y el papel sino el silicio, lo digital.
Para Siri, la aparición del PdR, “tiene que ver con el avance de una generación: los
nativos digitales; y en la Argentina particularmente, los nativos democráticos”. Teniendo en
cuenta que el promedio de edad de los candidatos a legisladores fue 32 años, y
cumpliéndose en diciembre pasado 30 años de la recuperación democrática en el país, no
queda margen para otra explicación. Los hijos de la democracia intentan convertirse hoy en
los padres de la democracia 2.0. Aquella generación, en parte huérfana de “padres
políticos” -los desaparecidos por la dictadura- es la que hoy pretende de la democracia algo
más que comer, curar y educar. La misma que intenta “operar sobre la matriz del sistema
político” para revolucionarlo.
Los miembros del PdR son ambiciosos y no se cansan de demostrarlo. “Este 27 de
octubre tenemos una cita con la historia”, “nuestra idea es revolucionaria”, “somos el único
partido político que no hace propuestas sino que ofrece herramientas” y “no queremos que
se vayan todos, queremos entrar todos” son algunas de las consignas que circulan durante
su meteórica campaña electoral.
Pero “me aburrí de la política en el recinto” suena aún más provocador. Sin
embargo, es como explica Agustín Frizzera uno de los motivos por los cuales decidió
abandonar su cómodo puesto como asesor del legislador porteño Fernando Sánchez
-Presidente del Bloque de la Coalición Cívica- y embarcarse en la responsabilidad de ser el
primer candidato. Frizzera es más grande que la mayoría -este año cumple 35- y, sin dudas,
el más político en la jungla del PdR.
Pero, ¿cómo se definió la lista de candidatos? ¿Hubo internas? La respuesta,
aunque parezca contradictoria con los principios democráticos, es un rotundo no. Al mejor
estilo fumata blanca, Frizzera cuenta la historia. Erase una vez una reunión de la “Lista
Ejecutiva” (los 53 miembros fundadores) en Cualquier Verdura (un local de San Telmo
donde se venden objetos que oficia como segundo búnker del partido) cuando entre fernet y snacks, se pidió a todos los presentes que se autopostularan aquellos que tenían
expectativas de encabezar la lista de candidatos. Siete levantaron la mano y cada uno
explicó en tres minutos por qué quería ocupar ese lugar. Después de una discusión de seis
horas, “el colectivo decidió que nosotros siete nos ordenemos. Entonces, nos fuimos a otro
ambiente y lo hicimos”. Más tarde, el resto convalidó -unánimemente- la ubicación que se “auto-habían” otorgado. Aunque nadie, excepto ellos siete, sabe cómo lo decidieron ni bajo qué criterios.
Fue entonces, cuando el PdR asumió su primera sangría. Debido a “una
deformación sustancial entre lo escrito y publicitado, y lo actuado en la realidad”, un grupo
minoritario decidió abrirse y formar el PdR Abierto, que duró poco tiempo e intentó sin éxitos llevar adelante acciones legales. Además, los otrora pares se dedicaron a hostigar, vía
Twitter y Facebook, a las caras visibles del PdR. Aunque no mucho más.
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Mientras en las trincheras la lucha por los votos es encarnizada, hay un búnker
donde se fabrica “la herramienta clave” para el PdR. La oficina queda en el corazón mismo
de Palermo. Entre dos boliches de onda, por una puerta negra que da a la calle Niceto Vega
se atraviesa un pasillo largo y luego de una pequeña recepción con el cartel identificatorio:
“Group 42, Latin American Technology”, se llega al salón lleno de computadoras desde
donde opera la empresa de software que surgió en 2011 luego de la fusión entre Popego,
de Santiago Siri, y la brasileña Boo-box.
En las paredes de la sala de trabajo hay dibujados en colores brillantes monstruos y
criaturas típicas de los videojuegos. Las sillas son naranjas y los monitores todos planos.
Hay una pequeña biblioteca con manuales de programación, Four Steps to the Epiphany en
el que Steve Blank escribe su teoría sobre desarrollo de startups, algunos libros sobre
creatividad y la biografía de Steve Jobs, el más inspirador entre todos los emprendedores.
Una ajedrez, objetos de diseño, dos pizarrones, los infaltables puffs para “echarse a
descansar” y una pelota de fútbol completan el paisaje de una oficina donde el mandato
además de trabajar es nunca aburrirse.
Es lunes a las tres de la tarde y el lugar está lleno de programadores, todos son
varones. Cada uno con sus auriculares, tipea y lee frente a sus respectivas pantallas;
muchos trabajan en el mismo proyecto y muchos no. Éste parece ser el modelo de la fábrica
posmoderna: adiós a los ficheros, a entrar a las 9 y salir a las 6 y a la producción en serie.
Bienvenido el ocio como motor de la productividad.
En Grupo 42 cada uno viste como quiere y trabaja según tareas y objetivos. Es una
especie de wiki pero en vivo y en directo. “Charlamos y sabemos en qué está cada uno y si
a alguno se le ocurre un aporte manda un mail o lo comenta en el almuerzo”, cuenta Sacha
Lifszyc, que se encarga de desarrollar la validación de identidad que combinará una parte
online con otra física. Y confirma: “Profesionalmente es la mejor experiencia que tuve”.
A Guido Vilariño le gusta cantar. Tiene el pelo largo, por debajo de los hombros, y
usa camperita de cuero y zapatillas de lona. Además de ser el líder de una banda de rock
amateur, es el Project Manager del equipo que desarrolla DemocraciaOS.
Cuenta que al PdR lo conoció por Twitter y que desde chico le interesaron las problemáticas sociales. “Siempre tuve una mente muy sistémica y me interesa que la gente viva mejor”. Por eso explica que empezó su carrera en la industria del entretenimiento. “Yo podría haber trabajado en softwares de bancos o consultorías y haber ganado muchísima plata pero elegí laburar en videojuegos porque espiritualmente me convencía más”.
Aunque tuvo una breve participación en el Partido Humanista, dice que el PdR es el
espacio político con el que siempre soñó. Y se nota que está a su servicio, lo que posiblemente se explique por el hecho de que es uno de los pocos militantes-desarrolladores que cobra por sus tareas.
A la manera de una startup (una empresa asociada a la innovación que se distingue
por sus posibilidades de crecimiento), el PdR se capitaliza mediante varias vías: el aporte
de sus miembros, la financiación colectiva a través de sitios web (así recaudó en 10 días el
dinero para imprimir sus boletas) y el padrinazgo de empresarios, inversores y figuras
públicas -como Emanuel Ginóbili, Adrián Paenza y el historietista Ricardo Siri Liniers,
hermano de Santiago Siri-.
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Faltan cinco días para las elecciones y la primavera porteña está a pleno: atardece y
el Parque Rivadavia está lleno de chicos jugando a la pelota o andando en skate. La luz es
tenue y de a poco el cielo se va tiñendo: pasa de rojo a celeste oscuro y pronto se pone
negro, como la noche negra. Mientras, se van congregando los jóvenes militantes y
candidatos del PdR. Como cada vez, el clima es familiar y distendido. Aunque lo que está
por suceder es un acto de fin de campaña, no hay prácticamente nadie de prensa y casi
nada de proselitismo.
Sobre una tabla de planchar descansa un moderno proyector mediante el cual se
imprimirá justo sobre la pared del monumento que recuerda el Pacto de Guayaquil - en el
que San Martín y Bolívar discutieron qué forma de gobierno necesitaban los nacientes
estados americanos- las imágenes de DemocraciaOS.
Entre ovaciones y aplausos, Siri toma la palabra: “Antes de venir para acá, leía
sobre la asamblea del año XIII cuando en nuestro país se abolió la esclavitud. Hoy, 200
años después, todos los que estamos queremos redoblar esa apuesta. Para eso la
democracia necesita un idioma que entendamos todos (...) Por eso el PdR diseñó una
herramienta democrática que ayudará a mejorar el mundo”.
Con un discurso muy efusivo, Frizzera remata: “Tenemos el gran desafío de que la
herramienta sea masiva y se mantenga simple, que la use gente con diferentes recursos
sociales, culturales y simbólicos”. Y en medio de aplausos agrega: “Este domingo tenemos
la posibilidad de hacer historia. No importa cómo nos vaya”.
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Con la esperanza de que el paradigma de la política puede cambiar y con la valentía
para enfrentar la transformación, sólo dos meses después de constituirse, el PdR obtuvo
21.943 votos (1,16% del total del electorado) y se convirtió en la segunda boleta corta más
votada en la ciudad. Aunque no lograron una banca en la legislatura, hoy sus fundadores
tratan de conseguir 4000 afiliados para obtener la personería definitiva y entrar en la historia
de la política argentina, heredera de otra mucho más antigua.
Según cuenta la tradición, la democracia nació en Atenas en el siglo V a.C. Si bien
“el gobierno del pueblo” implicaba un régimen sin intermediarios, solamente los varones
adultos que fuesen ciudadanos, tenían derecho a votar. En los albores del siglo XXI y con la
intención de reinterpretar ese pasado, el PdR se propone dar a luz una nueva forma de
democracia organizada en red. Aunque no es el futuro y no es una ficción.



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