top of page

Albertina Carri: el cine como ejercicio de memoria

Desde la Berlinale, donde presentó su documental Cuatreros, Albertina Carri respondió vía mail a DIRECTORES cómo piensa el futuro del formato cinematográfico y por qué cree que la cuestión de género todavía es una cuenta pendiente en la Argentina.


Por Julieta Bilik

Publicada en DIRECTORES en abril 2017. Descargar PDF.


ree

¿Qué relación podés establecer entre Cuatreros y Los rubios? ¿Y cómo se modificó tu mirada tras los 14 años que hay entre una y otra?

La relación más obvia que puedo mencionar entre ambas películas es el relato en primera persona sobre el secuestro y posterior desaparición de mis padres. Sin embargo, y a pesar de ser ambas películas sobre la memoria, los recuerdos, la experiencia fragmentada y en definitiva el duelo, cada una parte de lugares y va hacia lugares bien distintos. Creo que en Los Rubios reclamaba desde mi lugar de hija, todavía mis padres eran más grandes que yo, todavía en la Argentina no había habido juicios, reclamaba desde mi lugar pero también desde el contexto histórico en que la película se hizo. En ese entonces todavía el pedido de justicia, verdad y memoria era de los familiares de las víctimas. Luego, la política de derechos humanos fue asumida por el estado y eso no sólo reparó sino que empezó a construir algo muy importante para la memoria del país que es entender que la última dictadura en la Argentina fue un genocidio y nos pasó a todos como sociedad. Cuatreros parte desde ahí, con esa seguridad ganada con los años de políticas públicas de memoria y desanda una serie de violencias institucionales que vivió nuestro país desde tiempos anteriores. Pero finalmente la discusión que plantea Cuatreros es sobre el lenguaje, creo que la principal pregunta que se hace la película es esa, es si podemos seguir haciendo películas con herramientas que nada tienen que ver con nuestra historia y retoma de este modo una discusión sobre la forma que era muy de los 70, antes del plan sistemático de desaparición forzada. Y la retoma incluso discutiendo también con aquella discusión porque la película sobretodo se hace cargo del presente. En tal caso su columna vertebral es esa: cuáles son las marcas que nos dejaron todas esas violencias, todos esos despotismos, toda esa falta de confianza en el entusiasmo y la política.


¿Por qué elegiste el recurso de la pantalla dividida?

En primer lugar porque la película está toda hecha con material de archivo y no quería que ese material quede como una ilustración de lo que se va contando sino que pueda hablar por sí mismo y para eso necesitaba de los otros materiales que lo acompañaban. La pantalla divida dialoga consigo misma, crea una nueva imagen en la sumatoria de pantallas y a la vez arma un imaginario agobiante sobre el archivo y la memoria. La suma de pantallas son como rizomas al relato, pero a su vez cada cambio de organización dentro de esa pantalla te despierta, te inquieta o te revela nuevos sentidos. De algún modo lo que quería hacer era una película monstruo sobre la memoria como órgano vital. Mostrar las costuras del monstruo era entonces necesario para poder contarlo. Además, me permito insistir, es una película que discute con su propio medio, que pone en evidencia la no transparencia del mismo, pone en discusión el verosímil y de ese modo se da el lujo de pensar nuevos mundos.


Algunos realizadores (como Peter Greenaway) creen que el cine, tras la irrupción de Internet y la visualización on demand, debería cambiar su modo de concepción y llegada al público. ¿Qué pensás de eso?

No lo tengo claro todavía. Si creo que los nuevos modos de ver cine nos están obligando a cambiar la puesta en escena y eso es raro. Tal vez a partir de este nuevo modo de ver películas, o más bien llamémoslos relatos audiovisuales, recuperemos las salas del cine para ver cine. En definitiva, no sé si ser muy pesimista con respecto a Internet y el on demand o ser muy entusiasta y considerar que este nuevo formato de exhibición creará otros tipos de textos audiovisuales y el cine recuperará su espacio natural de exhibición que es la sala. O tal vez terminemos viendo M, el vampiro en un teléfono inteligente explicándole a nuestros hijos que esas imágenes fueron creadas para ver en grande y ellos no nos crean. Como hoy algunos no te creen cuando les explicás que hace no tanto luego de sacar una foto tenías que esperar el revelado y el copiado.

Sí creo que como cineastas debemos empezar a pensar seriamente a donde queremos que se vea nuestra película y buscar ese espacio, sea Internet o el cine de barrio y hacer un film acorde a esas expectativas y a esos nuevos espectadores que tienen el ojo avisado para relatos de siete minutos o para historias maratónicas de varias temporadas.


Una de las tramas de la película, es el proceso que te llevó hacerla, que se revela como catártico, complejo y lleno de frustraciones. ¿Qué sugerencia le darías a un joven cineasta que está atravesando un momento similar?

Que vean Cuatreros (risas). Todas las películas son un problema, siempre. En alguna parte del proceso se vuelven difíciles o demasiado intensas o confusas, es parte de entregarse de lleno a un material. Y en mi caso dejo que todas esas instancias me atropellen, que el material haga de mí todo lo que necesite para lograr encontrarnos y a veces es tan dislocada la relación que necesito dejarlo de lado por un tiempo, que descanse y volver a encontrarnos. La única recomendación es esa, no forzar al proyecto con ideas o intenciones que no le corresponden, que no le son orgánicas. Claro que descubrir eso a veces puede llevar una vida entera (risas otras vez)... Y bueno, nadie dijo que el cine era una cosa fácil.


Siempre militaste la cuestión de género, ¿qué sentís ahora que es un tema de agenda pública tanto en el ámbito cinematográfico como en el social?

Me alegra que cada vez se hable más del tema. De todas formas, creo que falta mucho camino por recorrer. Todavía hay un montón de violencias naturalizadas contra las mujeres y contra las travestis. Creo que estamos en un estadio preliminar, empezando a poner el tema sobre la mesa, ahora falta que el estado realmente vele por esos discursos y no lo vacíe de sentido con el apoyo de los medios.


¿Cuándo se estrena Las hijas del fuego y de qué se trata?

No tenemos fecha de estreno, estamos en una lenta -por falta de recursos- postproducción de la película. Supongo que se terminará a fin de año. Es una película de amor o es una película porno o es ambas cosas, lo que la vuelve una rara avis. Sea cual sea su género subvierte a ambos al mostrar cuerpos y relaciones afectivas y sexuales de las que el cine no suele dar cuenta, o porque no sabe que existen o porque prefiere hacer como que no existen. Entonces Las hijas del fuego es una película que es como un gemido gozoso, lésbico, guerrero, tierno, y otra vez cinéfilo.

 
 
 

Comentarios


bottom of page